Los arcos de fútbol del predio ubicado en el corazón del barrio Juan XXIII evolucionaron: se convirtieron en las bases de las nuevas H para que los chicos de esta zona, más conocida como La Bombilla, jueguen al rugby por primera vez en sus vidas.
"El rugby no era lo nuestro. Lo nuestro era el fútbol, hasta que llegó la 'Fundación Cultura para Todos' a proponernos este deporte. Y eso fue lo mejor que nos pudo pasar en esta zona donde sufrimos los flagelos de la droga y la delincuencia. Ahora todos quieren venir a jugar al rugby y aquí se olvidan de todos los problemas", dijo "Tim" uno de los referentes barriales que con sus propias manos instaló los nuevos palos en la cancha.
"Nuestro trabajo comenzó hace un mes y medio y lo que se hizo hasta ahora fue mucho. Cuando llegamos encontramos el lugar bastante deteriorado, pero pedimos ayuda a las autoridades del 911 (que se encuentran en este mismo lugar) para trabajar en conjunto también con los referentes barriales”, contó Carolina Santilli, presidenta de la Fundación que llegó a La Bombilla con este proyecto inclusivo financiado por el Ente Nacional de Comunicación.
"Desde hace seis años nos dedicamos a trabajar en zonas vulnerables para contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas que viven en zonas de riesgo como esta. Hicimos talleres de arte, música y ahora, de la mano del rugby, pensamos en la inclusión deportiva", explicó Santilli.
La elección del deporte de la ovalada como herramienta tuvo su fundamento: el rugby inculca valores y todos los chicos pueden jugarlo, cualquiera sea su peso o su talla.
Aunque al principio costó hacer llegar el mensaje, la propuesta de armar el primer equipo de rugby en la zona fue aceptada por chicos y grandes. "Con el correr de los días tuvimos grandes sorpresas y cada uno fue encontrando un lugar de acuerdo a su cuerpo y capacidades. Ahora los jóvenes no sólo juegan al fútbol", dijo Carolina.
“Mientras más deportes tengamos, menos tiempo pasarán los chicos en la calle. Queremos lograr una participación activa para que estén entretenidos, motivados, levanten su autoestima y todo lo que tiene que ver con la pobreza o vivir en malas condiciones”, agregó.
El entrenamiento terminó hace rato, pero en la cancha siguen los pelotazos al cielo y algunos tackles por pura diversión. "Aquí el rugby es un punto de partida. Nuestra idea también es que a partir del entrenamiento de los chicos, podamos llegar a sus madres para asistirlas en lo que necesiten", explicó Ana Ferreira, encargada del área de Género de la Fundación.
Esta otra arista del proyecto no tiene sólo en cuenta a los niños sino también a las familias. "Queremos que el proyecto trascienda las canchas y entre en cada una de las casas. Esos lazos y asistencias permitirán ir transformando y logrando la identidad del barrio", contaron las integrantes de una Fundación cuya propuesta es brindar todo tipo de oportunidades a chicos que nunca tuvieron una.